EXPRESO 14/02/2004
CANTA CLARO
Por Francisco Igartua
Hay que remover el agua para enturbiarla
En tiempos remotos, cuando el agua se sacaba con balde de los ríos y nadie podía imaginar el servicio de agua potable a domicilio, se sabía que esta no debía moverse para que no se enturbiara De allí surgió el dicho de que quien remueve el agua es para confundir las cosas y evitar la claridad. Persiste, porque ella precisa descripción del afán por ocultar algo añadiéndole impertinentes comentarios a un hecho que, por sí solo, explica la situación por él creado.
Esta práctica política no es patrimonio nacional, pero en pocos sitios se da tan burdamente como aquí. Es el caso de la declaración de César Almeyda Publicada en Caretas antes de que se conocieran (aparte de algunos periodistas) las dimensiones del embrollo en que estaba comprometido el asesor y hombre de absoluta confianza del presidente Toledo. En esa declaración, sin duda espontánea, hecha por el pánico que le produjo saber que existía un audio de su diálogo con el general Villanueva y que iba a hacerse público, Almeyda confiesa que actuó como actuó por luz verde que le dio el entonces ministro Fernando Olivera, El que, después de una larga conversación en Palacio con el presidente Toledo, le haya sobrevenido una escalada de amnesia que fue disminuyendo sus recuerdos sobre Olivera, nada cambia su declaración primera.
Menos aún la revolvedera de aguas, resaltando la presencia de unos malandrinos que negociaban impúdicamente un audio cuya importancia no es lo que en él se dice, que no es mucho, sino prueba que nada quitan si ponen a lo dicho libremente por Almeyda, quien acaba de declarar que no será chivo expiatorio y revelará toda la verdad. O sea que aquietará las aguas y pondrá en ridículo los sicosociales de estos días, destinados a distraer a la ciudadanía de un asunto que no es anécdota, como se quiere hacerlo pasar, sino revelación de las entrañas de un régimen (Toledo-Olivera) obsesionado por controlar a la información, a sabiendas de que información es poder. Pero ellos no la quieren compartir con nadie y no usan los conductos regulares para obtenerla De allí las patinadas de Olivera. Entre otras, su apresurado viaje al Vaticano, como ministro de Estado, llevando cartas que comprometían al cardenal Cipriani y al Nuncio. Cartas fraguadas por alguien que estafó a Olivera y lo colocó no sólo en el ridículo, sino que puso en evidencia el modo de hacer política del líder del FIM. Para él (y al parecer también para Toledo) la intriga, la extorsión y el chantaje son su método de ejercer el poder. Basta recordar el vil ensañamiento que tuvo con Beatriz Merino cuando esta era parlamentaria y renunció al FIM. Para difamarla cobardemente acudió Olivera al EXPRESO subvencionado por Fujimori y del que era director su íntimo amigo, Calmell del Solar, en estos momentos fugado del país luego de una extrañísima orden de liberación dada un viernes para que de la cárcel llegara a la frontera.
El caso Almeyda-Villanueva no es una anécdota, es el hilo que lleva a descubrir las razones íntimas del desastre toledano.
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